INDULTO A FUJIMORI: ¿LA CEREZA DEL GOBIERNO APRISTA?

Lo dicho ayer por el fiscal de la Nación José Peláez, no ha podido ser más concreto y esclarecedor: sólo Alan García, en su condición de Presidente del Perú, podría darle el indulto humanitario al ex dictador y genocida Alberto Fujimori, quien como la mayoría sabe, permanece recluido en la Diroes, cumpliendo una pena de 25 años.

¿Será capaz de realizar, nuestro todopoderoso y ventrudo presidente, semejante acto de generosidad? No lo dudo. Cuenta con los suficientes mecanismos, el interés y la sinvergüencería para hacerlo. Solo que ahora junto a sus compinches fujimoristas deben estar viendo la manera más solapada de hacerlo. Y el tiempo se acorta. A García Pérez le queda mes y días de gobierno

Aquí pues no pinta nada el hecho de que haya de por medio la sentencia de un delito de lesa humanidad y se omita la normativa vigente de la Corte Internacional de Derechos Humanos. Sólo sería cuestión de “formalizar” su estado de salud “sumamente delicado” y luego firmar unos papeles.

O en todo caso, lo más seguro es que luego de que hoy por la tarde, una Junta de médicos del Instituto Nacional de Neoplásicas haya descartado que el reo Fujimori no tiene cáncer en la lengua, deben estar tramando, viendo la manera de fabricar una de sus mejores artimañas. Ya su profunda depresión y el haber bajado los 15 kilos puede ser parte del engranaje.

En este sentido, el APRA no ha renunciado a ese contubernio pactado con el fujimorismo el año 1990, cuando se aunaron a la sórdida campaña de Cambio 90 y el japonés Alberto Fujimori obtuvo la presidencia, quedando a la otra orilla, nuestro conspicuo Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Por el contrario, han crecido sus recíprocas deudas y durante estos últimos años han venido caminando de la mano. Tanto es así que Fujimori en lugar de estar en una prisión de máxima seguridad dirigió la campaña de su hija desde su espaciosa y cómoda cárcel.

Sus líderes, en este aspecto, se asemejan no por sus virtudes sino por sus taras. Y si de algo se viene salvando Alan García es la de despertar con los barrotes enfrente. Están pendientes los crímenes cometidos en las cárceles de El Frontón y Santa Bárbara. Cientos de vidas, rehenes que fueron asesinados con fusiles, ametralladoras, lanzacohetes, bazucas, cañones de 81 milímetros, explosivo plástico y dinamita. Y también la matanza de 64 campesinos, entre ellos mujeres y niños, en los pueblos de Accomarca y Pucayacu. Los de Cayara: 29 muertos y 45 desaparecidos. Están pendientes sus delitos de Cohecho Pasivo, Colusión Ilegal y Negociación Incompatible y Enriquecimiento Ilícito.

Vamos a ver más adelante cuál es la agenda de Ollanta Humala en cuanto a estos actos delictivos. Por el momento ha dicho en Uruguay que lo del indulto a Fujimori no está dentro de sus prioridades. Esperemos que el tiempo siga transcurriendo. Ver lo que pasa.

Por otro lado, García ha dado indicios de su escandalosa generosidad al finalizar su primer gobierno, cuando el 9 de julio de 1990 para ser exacto, el líder del MRTA, Víctor Polay Campos, amigo de antaño del presidente, fugó junto a 47 terroristas por un túnel construido desde fuera del penal de máxima seguridad Miguel Castro Castro.

Por lo visto, para Alan García, el significado de seguridad tiene una acepción muy personal.